
OFF
V. Carranza
BLANK
de Lurdes R. Basoli
“Blank” se trata de exposición firmada por Lurdes R. Basoli, presentada en l’Espai d’art de la Roca Umbert, a Granollers. En la nombrada, la autora recurre a su discurso y material visual (más uno de audiovisual) para tratar las persistentes raíces coloniales sustentadas en nuestra mentalidad blanca occidental. La primera parte de la exposición nos pone en contexto: La autora, en sus años de ilusa juventud, emprende un viaje familiar a África, donde visita una presunta tribu indigena. Principalmente, este apartado constituye el mensaje más potente del conjunto, siendo una muestra de las consecuencias del capitalismo tardío, de falsas imágenes estereotipadas que venden y como, inconscientemente, el hombre banco occidental busca reafirmar su “superioridad” racial, y sobretodo económica, en la búsqueda de lo “exotico”. Las imágenes, provenientes de un álbum familiar, acompañan la dialéctica de Lurdes, apoyada por una grabación recuperada del viaje.
La segunda parte de la exposición nos lleva a unas fechas más cercanas a la actualidad. La autora, ya adulta, entabla relación de amistad con un joven africano. Se da cuenta de que la visión del país que le dieron en su adolescencia era, en gran medida, sumamente distorsionada. El mensaje que presenta de forma oral la autora, tal como en el resto de la obra, es correcto, pero aquí entra el que es a mi parecer el principal defecto de la exposició: es cierto que las imágenes, costumbristas en gran parte, ayudan al mensaje y muestran algunos puntos interesantes, pero nada más; a lo mejor algunas estaban algo fuera de contexto, tal vez algunas no creo que estuvieran presentadas o relacionadas de la mejor forma, lo que me pareció es ver mucho material que al final acababa por perder el interés, únicamente salvado por un posterior sermón.
La tercera parte de la exposición abandona la historia personal de la autora y muestra una crítica más directa hacia su visión del colonialismo: habla de los colonos, la absurda división del territorio y como ciertos fotógrafos han ayudado a fomentar esa perspectiva apoyada por la hegemonía blanca y burguesa. Para terminar la exposición, Lurdes Basoli ha propuesto una actividad colaborativa basada en “limpiar su memoria local de una forma plástica”, innecesaria a mi parecer, hubiera quedado mejor como una simple idea.
En general, una exposición de mensaje necesario, de una ejecución visual algo fallida en alguno de sus apartados, donde un interesante discurso en torno al tema acaba por satisfacer, aunque no del todo. Podría haber sido mejor.




SENSE INTIMITAT.
EXPOSICIÓN DE ANDRÉS HISPANO I FÈLIX PÉREZ-HITA.
“Sense intimitat” se trata de una retrospectiva sobre lo que ha significado la intimidad durante la historia moderna, narrada por un muy agradable parlante llamado Andrés Hispano. Hispano sitúa la intimidad real como un concepto relativamente contemporáneo, influenciada con personajes como los ermitaños, a partir de finales de la edad moderna. Como eje central de la sala en la que nos encontrábamos, se apoyaba un antiguo confesionario de madera, un perfecto simbolismo donde apoyar un discurso de pérdida de intimidad, un concepto que no es necesariamente repudiado por el ser humano. La primera mitad de la exposición transporta la intimidad humana a un plano ambiental, enmarcando la pérdida de intimidad en entornos aceptados en nuestra sociedad. El primer ejemplo mostrado ha sido la cárcel, unos espacios donde sistemáticamente su orden requiere una reclusión de la intimidad de unos sujetos a los que se les ha negado una inclusión en la sociedad; En un momento, Hispano ha nombrado un experimento que hubo en una cárcel pero que nunca se llegó a utilizarse, donde una plataforma central dentro de una celdas dispuestas en una base central servía, gracias a un entramado juego de cristales, como una forma eficaz de acabar con la intimidad de varios carcelarios a la vez. En la siguiente sección de la exposición, Hispano profundiza en el caso de los hospitales, donde el individuo, ahora voluntariamente, sacrifica su intimidad por su propio bien. Hispano señala que lo impactante que resultó la llegada de la fotografía a una gente acostumbrada a las idealizaciones genéricas que ofrecía la pintura, llegando a un plano empírico y crudo; por ello, Hispano da gran énfasis en ciertas cosas en diversos centros de salud que fascinaban por este motivo, tales como concepción de intimidad por parte de personas neurodivergentes, diversas prácticas médicas o los resultados físicos de combatientes heridos.
Para acabar con esta primera parte de la exposición, nuestro narrador se para en los centros educativos, criticando a partes generales el sistema y como el intento de control sistemático de los alumnos en las aulas muchas veces no tiene en cuenta la intimidad de estos. La segunda parte de la exposición deja en un lado la relación de entornos para adentrarse a lo que significó para la intimidad la llegada de la fotografía a las vidas privadas y lo que este hecho ha distorsionado nuestras percepción de esta. Hispano nos contextualiza mostrándonos una colección de fotografías que antaño fueron hogareñas y personales, pero que el paso del tiempo las llevó a manos ajenas. Para Hispano, la condición de intimidad en este tipo de representaciones de la realidad siempre es líquida, y por lo tanto, en el momento que haces una fotografía significa que, si las condiciones le son favorables al material, acabarán abandonando esa intimidad de lo que pueden ser características. Hispano sigue su exposición con una vista fotográfica a la eterna relación que han tenido las ventanas con los entornos privados, donde evidentemente, suponen una rejilla a la máxima intimidad que representan nuestros hogares. La exposición termina con ejemplos de artistas (por no decir lunáticos) que han basado sus trabajos en el incumplimiento de la intimidad humana. En la misma sección también hay fragmentos de la intervención en las redes en la vida privada, pero no llega a profundizar en ello. En conclusión, personalmente me ha parecido una exposición de material que, de algún modo, toca nuestro subconsciente al proyectar nuestra propia intimidad sobre una visión tan cruelmente sistemática. De la narración oral hecha por Andrés Hispano no puedo decir nada negativo, es de esas personas a las que da gusto escuchar.